domingo, 31 de octubre de 2010

CARTA A MI ABUELA ESPERANZA IZARRA

CARTA A MI ABUELA


Todos estábamos preparados, sabíamos que ese día llegaría, ¿cuál día?, pues el día en que nos ibas a dejar, para de esta manera poder estar tranquila y libre, sobre todo libre. Sabíamos que era lo mejor, que por fin dejarías de sentir esos dolores que tanto te atormentaban, que dejarías de sentirte una carga para tus hijos (como me lo dijiste en una oportunidad), en fin, dejarías este mundo en forma física para convertirte en un ángel protector, en nuestro ángel protector. Pero qué difícil es comprenderlo y asumirlo. Uno nunca termina por entenderse a sí mismo. Es muy difícil. Yo sabia de su situación, anhelaba que ese día llegara lo más pronto posible (yo que estuve tan cerca de usted, que tanto la quiero y aprecio a pesar de sus locuras y demonios internos y externos, a pesar de todo rogaba para que no sufra más, para que de una vez por todas pudiera descansar. Esas idas y venidas a la clínica, la quimioterapia, la radioterapia, su operación a la mama, la odisea de las enfermeras para encontrarle su vena, ya atrofiada por la quimioterapia, para los exámenes de sangre; y esa herida en el seno, esa maldita herida, la cual hasta sus últimos días la hizo sufrir), sin embargo, no me pude contener, no lo pude asumir, sabía que estarías mejor pero no lo asimilaba. Abuela, nunca me ha gustado llorar en público, es extraño pero creo que nunca lo he hecho. El sábado 20 me levante temprano, el viernes casi no estuve con usted[1], lo siento, pero había demasiada gente; yo quería estar a solas con usted, despedirme, y así fue. Llore mucho pero me sentí aliviado, aliviado porque siempre estuve a su lado cuando me necesito y eso nadie me lo puede refutar.

Estoy seguro que alguien como usted no mereció transitar por el funesto sendero de la agonía y la desesperanza. Tu mayor temor se cumplió abuela, nunca quisiste pasar por esa etapa, la cual sin embargo, algún día, muchos de nosotros la pasaremos. Depender de otras personas fue lo peor que te pudo pasar, peor que los terribles dolores provocados por esa terrible enfermedad, el cáncer. Esa dependencia te tuvo mucho tiempo deprimida y alterada. Esta dependencia junto con tus nervios y temores hicieron pasar muchos malos ratos a tus seres queridos, varias veces no te entendíamos. Ese carácter tan temperamental y muchas veces sin equilibrio sufrió una simbiosis con tus nervios y temores los cuales colaboraron en crear un sinnúmero de sentimientos, los cuales a su vez, en su gran mayoría fueron expresados de manera errónea y a veces en forma alterada.

Para una persona como usted, independiente desde joven, debió ser trágico, fastidioso, terrible, ya no poder asumir más esa independencia. Ésta, cortada por su enfermedad fue el punto de quiebre en su derrotero moral. Desde allí usted asumió una actitud pasiva y muchas veces dejada, la cual, sin darse cuenta, afectaba a aquellas personas que luchaban y dejaban de lado muchos quehaceres para poder estar con usted. Entre las cuales me incluyo. Yo siempre iba con la mejor de las intenciones, le llevaba algo de comer, me preocupaba por su medicina, por su estado de salud, etc. Cuando le recriminaba por no comer o por no tomar sus pastillas, la mayoría de las veces me respondía (su clásica respuesta, la cual siempre me irritaba): “Nadie se muere en la víspera”. Como odiaba esa respuesta, la cual manifestaba en forma muy clara su desidia, su desinterés para con su salud. Pero, lo que nunca llegue a comprender (hasta hace poco) fue que en una persona como usted, la cual hacia lo que quería y en la forma que quería, depender de unos medicamentos, de la limpieza diaria de su herida en el seno, de las agujas, de las visitas a diferentes especialistas (oncólogo, hematólogo y el especialista en dolor) para poder sobrevivir no tenia sentido. No tenia sentido en una mujer como usted, tal vez en otras personas sí, pero en usted, no, jamás. Hubo muchos momentos en los cuales pude sentir esa dejadez, esa amargura, esa tristeza y desolación. El más fuerte y dramático fue cuando tuvo que usar esos implementos suplementarios de los sanitarios, los pañales.

Pero, dejando de lado momentos recientes. Abuela, siempre le quise preguntar, ¿porqué dejo de frecuentar a sus amigas operadoras?, ¿porqué, luego de jubilarse, se aisló y decidió llevar una vida ermitaña?, ¿cómo hacia para llevar una doble vida, estricta y rigurosa casi en su totalidad (un ejemplo de cómo se debía comportar una persona, aunque muchas veces con un sentido del humor frívolo y pícaro), pero “criolla”, alegre y jaranera en toda reunión social, el “alma de la fiesta”? Son detalles, a los cuales no encuentro respuesta. Tal vez, abuela, usted sentía la obligación de ser un ejemplo de las buenas normas y costumbres (aunque muchas veces lo predicado, se quedaba solo en eso, en predica, es decir, salía su otro “yo”, el cual inclinaba la balanza hacia la Esperanza chacotera y criolla, pero a su vez llena de glamour y picardía). Pero, el “yo” estricto no la dejaba asistir a reuniones luego de jubilada, perdió todo contacto con sus amigas operadoras (muchas veces ellas quisieron comunicarse con usted, pero siempre rehuía a ellas). Por último, abuela, si no me equivoco, a fines de la década del 50´ debió ser muy difícil asumir la responsabilidad y el “qué dirán” (en una época de marcada tendencia patriarcal) de una madre soltera. Me imagino todas las cosas que dijeron de usted, los chismes y rumores llevando su nombre, estar en boca de chismosos y chismosas. ¿Cómo lo asumió?, ¿por eso hacía sobre tiempo, trabajando hasta 12 horas diarias? Es verdad que a sus hijos nunca les falto nada, es su gran mérito, por lo cual puede sentirse orgullosa y con justa razón. Siempre fue una mujer luchadora y bondadosa y, fue tan fuerte lo segundo, que siempre la obligaba a luchar por otros. Muchas veces (y soy testigo de ello) entregaba ayuda económica, a ojos cerrados, a diversos familiares (aunque muchos de ellos después de recibir y gozar de su gratitud le pagaron con rechazo e indiferencia, es más, ni se aparecieron para despedirse de usted en sus últimos días y, le cuento que ni siquiera fueron al velatorio ni al Campo Santo en Chorrillos). Hay detalles que uno nunca va a llegar a comprender. Sin embargo, tras su partida, la familia ha logrado reunirse y mantener contacto después de muchos años. Usted siempre decía que somos muy pocos y que debemos estar unidos, tal vez su partida sea una señal de ello.

Y, parafraseando a Mariátegui, abuela, es del todo cierto “que ahora que ya no estás con nosotros, siento que la vida que nos diste es la vida que te faltó”. Se te extraña y se te va a seguir extrañando. Hay un vacío muy grande en mi interior, el cual se encuentra siempre esperando que me digas: “seguro te has ido de chupinesco”, “¿sigues con el tomate? Tomáte una, tomáte dos”, “hijito ¿te has lavado la boquiiita?”, “toma tu papeliiito”. Son cosas que uno nunca va a dejar de extrañar y, estoy seguro que donde quiera que estés vas a estar esperándome con mi cepillo de dientes, mi pasta dental y mis papelitos; y de repente con una botella de vino para empezar con el tomate.


Tu nieto que te adora y extraña, José.


[1] Es algo inexplicable pero, muchas veces la trataba a mi abuela de usted. Claro, que muchas veces le decía abuela, pero conversando siempre le decía: usted se comporta de tal forma … , usted debería hacer tal cosa … , etc.

lunes, 18 de octubre de 2010

LA PERRA VIDA

Un artículo muy conmovedor, estoy seguro que a las personas con un poco de sensiblidad hacia las mascotas les va a encantar.


LA PERRA VIDA

César Hildebrant , Diario LA PRIMERA, 12/01/08.

Esta semana perdí a Moro, el perro que me acompañó a lo largo de los últimos 15 años.

Que un perro se muera de automóvil o disparo de microbús o pulmonía fulminante, es un golpe seco.

Pero que tu perro se muera de vejez y se vaya acabando paso a paso, es distinto. La muerte a plazos, la ruina por goteo, la demolición de la muerte pulgada a pulgada, es lo peor que le puede pasar a un amante de los perros.

Moro, en todo caso, no merecía morir así, supeditado a las lentitudes celestiales.
Así que si Dios no venía en su auxilio para evitarle los dolores de la artrosis y las sombras de esa mirada acuosa y la derrota plena de su pasada alegría de vivir, pues había que acudir al Dios de la compasión. Y eso fue lo que hice, entre dudas y lágrimas.

Ahora tengo sus cenizas en una urna de madera que está en mi dormitorio y que me acompañará el tiempo que me reste.

Moro nació en Andalucía y fue hijo de una gran cazadora. Era un mestizo con linaje de pachón y perdiguero de Burgos y tenía la mirada de un espía de liebres y las patas ágiles de una exhalación, que en eso se convertía cuando yo le gritaba “¡Pajarito!” y él corría a ver de qué se trataba.

Pero era un caballero y un día se tropezó con un pájaro aturdido por el golpe contra una mampara y lo dejó ir después de reconvenirlo con sus más pedagógicos ladridos. Una mañana, en Madrid, se me escapó y fue a pelear colmillo a colmillo con un individuo inglés que acababa de conocer pero que, en nombre de la Armada Invencible y de Gibraltar, odió a primera vista. El inglés lo doblaba en peso y en tamaño. La pelea fue brevísima, ambos salieron ilesos y Moro tenía la misma cara de Russell Crowe en “Gladiador”. Estaba radiante y esperaba mi aprobación. Se la di, desde luego.

Era un ciudadano porque el Ayuntamiento de Madrid le había puesto un chip en la oreja izquierda y tenía deneí canino y documentos en regla. Cruzó el Atlántico tres veces y creo que nunca me perdonó haber viajado en bodega y en una especie de jaula: se vengó una de esas veces orinándose en pleno aeropuerto Jorge Chávez, junto a una columna, a medio metro de un agente de aduanas.

Estoy convencido de que hablaba varios idiomas y de que su sabiduría excedía los niveles de un perro superdotado. Estoy convencido, además, de que otros contertulios solicitaban su consejo. De hecho a mí me solía asesorar en materias del corazón.

No era un perro dulzón sino sobrio y era atento sin ser rastrero. Tenía una intuición de la dignidad que ya quisieran muchos bípedos y un modo de entender las estupideces de los humanos que nunca dejó de sorprenderme. Cuando me divorcié, él quedó un tiempo fuera de mi tutela. Podría haberme recibido con algo de resentimiento después, a la hora de recuperarlo, pero no. Me trató con la benevolencia de siempre. Y puso cara de David Niven en “Buenos días, tristeza” cuando hubo de convivir con Molly, la manipuladora y malgeniada beagle que quiso amargarle la vida y fracasó en el intento.

Los perros, como se sabe, son lo mejor de la evolución. Chesterton le hace decir al padre Brown, uno de sus personajes más entrañables, que no se puede vivir sin perros a condición de que no los llamemos al revés (en inglés, la inversión de la palabra “dog” es “god”) y Rudyard Kipling escribió uno de sus mejores cuentos haciendo que Teem, un perro descubridor de trufas, cuente su historia en primera persona, como debe de ser. “De mi padre heredé mi hocico y tal vez un toque de genio. De mi madre, una filosofía práctica sin la cual el genio es como un pájaro con una sola ala”, dice Teem al comenzar su relato.

Sospecho que Moro hubiese podido escribir algo muy parecido. Adiós, hijo mío.

domingo, 17 de octubre de 2010

JOSETACSA

enzo

PAP Y PPC DE LA MANO: LA IMPORTANCIA DE LOS PERSONEROS EN LAS ÚLTIMAS ELECCIONES MUNICIPALES

PAP Y PPC DE LA MANO: LA IMPORTANCIA DE LOS PERSONEROS EN LAS ÚLTIMAS ELECCIONES MUNICIPALES


 José Alfonso Tacsa Olaechea.


Hace pocos días me encontré con un amigo muy cercano a mi familia, él es aprista de antaño, de los antiguos, de los que no agachan la cabeza ante el dirigente partidario. Como en una conversación normal empezó a preguntarme por la familia y amigos; pero fue inevitable, en cierto momento de la conversación, hablar sobre la coyuntura política (particularmente sobre las elecciones municipales).

Así,  me contó que en las últimas elecciones municipales había “apoyado” al PAP (como lo ha hecho siempre, desde el día en que orgullosamente, allá por los 70´ mostraba erguido su carné partidario, hasta la actualidad, como personero legal, ya que es abogado de profesión, sigue apoyando, ya no con tanto orgullo y menos de forma erguida, al partido de toda su vida). Sabemos que el aprismo más que un partido, más que un carné partidario, es un modo de vida, es fe, es sentirse parte de una mística (la cual relaciona al líder con sus partidarios, primero fue Haya de la Torre y actualmente, en menor medida, Alan García); pero actualmente el PAP es también visto como una agencia de empleos, del cual, muchos compañeros dependen; de esta manera, aunque muchos partidarios renieguen por decisiones y directivas de los altos dirigentes, a éstos tan sólo les queda renegar en silencio y agachar la cabeza. Y los que no dependen del PAP como agencia de empleos se les hace imprescindible continuar en el partido a pesar de los malestares, bifurcaciones y arremetidas ideológicas (a lo largo de la historia del PAP) de sus altos dirigentes. Es así que uno de los grandes méritos de Haya de la Torre fue crear un partido de creyentes, de gente con extrema fe en la virtud y en la toma de decisiones del líder, no de crear partidarios con voz y voto, los cuales puedan debatir sus ideas políticas e ideológicas con los altos dirigentes, es así que la hagiografía fue sinónimo, dentro del aprismo, de la biografía de sus altos dirigentes. Pero, también fue Haya el encargado de hacer pública la palabra “compañero”, con la cual los apristas se sienten muy identificados, aunque muchas veces le digan “compañero” a alguien a quien ha traicionado los principios partidarios.

Pero, retomando el tema, escribo la palabra “apoyado” refiriéndome particularmente a la tarea de los personeros apristas en esta última elección municipal. Y aquí resumo lo conversado con este buen amigo de la familia:

Dos semanas antes de las elecciones municipales los personeros legales del PAP habían sido reunidos en un local partidario y la directiva a seguir fue la de apoyar a la candidata de la democracia, a la candidata que aseguraba la continuación de la democracia en Lima, es decir a Lourdes Flores. Se les explico a los personeros legales, que éstos debían convencer a los personeros del partido, que iban a estar bajo su batuta el día de las elecciones, que debían luchar voto a voto por la candidata del PPC como si fuese el mismísimo candidato aprista. Es así que ante esta directiva, los personeros legales asentaron la cabeza y renegaron en silencio. ¿Cómo iban a convencer a los más jóvenes de apoyar al partido de la derecha? Esa fue una tarea que debían resolver sólo ellos, demostrar al 100% la disciplina partidaria. Así, continuó la cadena, los personeros más jóvenes asentaron la cabeza y renegaron en silencio.

El día de las elecciones, este muy buen amigo, estuvo a cargo de un colegio, siempre en su cargo de personero legal. Tuvo a su cargo además de 28 personeros del PAP a 5 personeros del PPC (todo hace indicar que un partido tan organizado y con tanta historia como el PPC no se dio abasto en todas las mesas o que la confianza fue dada a los personeros del PAP, sabiendo de la experiencia y organización de éstos; esto fue demostrado en las elecciones presidenciales del 2006). Así, la maquinaria aprista fue movilizada a favor del PPC.

El personero tiene que ser una persona de pensamiento rápido, tiene que hacer todo lo posible para salvaguardar los votos de su candidato, de su partido; el personero no puede titubear ante una impugnación de voto, a la hora del conteo, o ante la impugnación de un acta. Es así que el día de las elecciones los personeros apristas impugnaron votos y actas en contra de Susana Villarán y a favor de Lourdes Flores.

Pero, ¿es posible impugnar un voto o una acta sin algún sustento? Por supuesto que sí. Y en eso los personeros del PAP son duchos. Por ejemplo: si la cruz, aspa u otro símbolo se encuentran fuera del recuadro, es lógico que un personero experimentado aplique todas las artimañas necesarias para impugnar ese voto, ¿cómo?, pues alegando que el Presidente de mesa se encuentra a favor del candidato opositor del personero, ya sea inventando que lo ha escuchado conversar sobre tal o cual candidato o diciendo que lo conoce o que lo ha visto en tal o cual partido. Otro ejemplo: terminado el conteo de votos, suponiendo que el total sume 154, esa acta la firman los miembros de mesa y los personeros; así, un personero experimentado, sabe que si este conteo no le favorece a su candidato, puede cambiar el número 4 por el número 9 y de esta manera impugnar un acta. Ambos ejemplos fueron relatados por este buen amigo y esto me hizo recordar los problemas que tuvimos varios fiscalizadores locales del JNE con los personeros en las elecciones presidenciales del 2006. Muchos fiscalizadores locales se hacían respetar pero una gran mayoría, inducidas por los personeros (los cuales saben cuando el fiscalizador titubea ante una decisión) se dejaban llevar por las recomendaciones de los personeros.

De esta manera, la maquinaria aprista se movilizó a favor del PPC con la consigna de impugnar la mayor cantidad de actas (sabemos que las actas no se pueden impugnar, lo que se impugnan son los votos) para que éstas sean llevadas a los JEE y así la decisión popular recaiga en manos de unos cuantos presidentes, los cuales tendrán que decidir el futuro de las 8,346 actas en cuestión.

A esta altura del partido, ¿alguien puede dudar de la honorabilidad y transparencia de algunos presidentes de los JEE, los cuales son nombrados por el Presidente de la Corte Superior, el señor Vega Vega? ¿Alguien puede dudar de la influencia aprista dentro de estos organismos? Y por último, ¿alguien puede dudar del apoyo del PAP al PPC en éstas últimas elecciones municipales?

Así, volvemos a los tiempos en que los escrutinios se realizaban en los jurados departamentales, lo cual llevaba a que la voluntad popular se transforme en la voluntad de las cúpulas de poder. Es por esto que en el año 1956, por primera vez, los escrutinios se llevaron a cabo en mesa, con la presencia de personeros y realizada como un acto público.

Si las actas impugnadas recaen bajo la decisión de unas cuantas personas estaremos perdiendo lo esencial de la democracia, por no decir lo único, el derecho de los ciudadanos de escoger a sus representantes. ¿La voz del pueblo es la voz de Dios?