sábado, 30 de abril de 2011

LA IRA DE BOLÍVAR

LA IRA DE BOLÍVAR[1]

Esta carta fue publicada, con evidente retraso, en el periódico “Times” de Londres el 9 de mayo de 1824. Expresa la ira de Simón Bolívar en contra de José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, el primer presidente del Perú. Riva Agüero había desconocido al Congreso que lo nombró y se había marchado a Trujillo con algunos de sus secuaces estableciendo un gobierno a todas luces ilegítimo y empujando al Perú a la anarquía. En noviembre de 1823, bajo la presión del gobierno del marqués de Torre Tagle, el coronel Antonio Gutierréz de la Fuente apresó a Riva Agüero y lo deportó a Guayaquil.

            Lima, 4 de setiembre de 1823.
SEÑOR JOSÉ DE LA RIVA AGÜERO.
Mi querido amigo y señor:
Con infinito sentimiento tengo que dirigirme a Vd. para tratar sobre los negocios más desagradables y al mismo tiempo más arduos que pueden ocurrir en la vida de un hombre público.

Yo creo que es ya inútil entrar en la investigación del origen y causa de la contienda de Vd. con el congreso; y mucho más, calificar sus propiedades y caracteres. El hecho es que Vd. se halla en guerra abierta con la representación nacional de su patria: esta representación fué convocada por el fundador de su libertad; ella ha sido reconocida por todas las autoridades y el pueblo peruano; Vd. mismo debió el nombramiento de su presidencia a la autoridad del congreso: luego, parece fuera de duda que los escogidos de la nación no pueden ser revocados por ningún ciudadano, cualquiera que sea su condición, todavía menos por Vd., que fué uno de los primeros agentes del establecimiento de la representación popular, y, como, presidente, le ha prestado solemnemente juramento de obediencia. En fin, amigo, el derecho creo que no admite discusión; en cuanto al hecho, veremos el efecto.

Bonaparte en Europa e Iturbide en América son los dos hombres más prodigiosos, cada uno en su género, que presenta la historia moderna: los primeros bienhechores de la patria y de la independencia nacional, y no han podido evitar su ruina, por sólo el sacrilegio político de haber profanado el templo de las leyes y el sagrario de todos los derechos sociales; Vd., además, ha añadido el ultraje más escandaloso en las personas de sus ministros sagrados. Creo, pues, que Vd. no podrá resistir tampoco el estruendo que resuena por todas partes, de todos los clamores de cuantos hombres tienen conciencia y buen sentido. No dude Vd. que el suceso de Trujillo es la mancha más negra que tiene la revolución, y por consiguiente, Vd. no debe esperar más que maldiciones en América y juicios de desaprobación en Europa. Yo, sin embargo, ofrezco a Vd. mi amistad y toda la protección que dependa de mis facultades, si Vd. quiere aceptarlas. El coronel Urdaneta y el señor Galdiano llevan poderes para transigir con Vd. y los que le obedecen en esta ardua y horrible materia.

Es inevitable la ruina del Perú, si, en estas circunstancias, Vd. demora un momento la aceptación de mis ofertas generosas; Vd. no puede aguardar más, sin ellas, que la esclavitud del Perú, y después la persecución de todos los americanos en contra de Vd. La opinión pública será tan fuerte y tan constante contra Vd., que no encontrará asilo ni en el fondo de su conciencia. Por supuesto, de ningún modo mandará Vd. en Lima, ni los partidarios de Vd. tampoco; porque todos nos armaremos en defensa del Perú. Si el enemigo retorna al yugo la patria, Vd. tampoco logrará el designio que aspira; por último, Vd. crea que ya no es posible que ninguna suerte propicia pueda alterar la naturaleza de los principios del orden moral que Vd. ha hollado, y que serán los más crueles enemigos que le perseguirán hasta el sepulcro.

Tenga Vd. la bondad, mi querido amigo, de disimular la franca exposición que he hecho a Vd., sin rebozo ni miramiento alguno, de mi creencia política; porque estando a la cabeza de un pueblo libre y constituido, no puedo, sin faltar a mi más riguroso deber, callar el efecto que, en mi sentir, debe sufrir la América, por la conducta de Vd. en estos tristes momentos; por lo demás, yo no puedo olvidar lo que Vd. ha hecho por la América y particularmente por el Perú, cuyas reliquias Vd. ha salvado.

                                                                                                          BOLÍVAR.



[1] HILDEBRANT EN SUS TRECE
2010      “La ira de Bolívar”. Hildebrant en sus trece. Lima, año 1, número 17, pp. 21.

viernes, 29 de abril de 2011

DOS DRAMÁTICOS ENVÍOS DE VALLEJO

DOS DRAMÁTICOS ENVÍOS DE VALLEJO[1]

César Vallejo, que ya había pasado 112 días en una cárcel de Trujillo acusado de provocar un incendio, que ya había sido cesado como profesor del colegio Guadalupe y que ya había bebido la cicuta de la crítica limeña tras la aparición de “Trilce”, se embarca rumbo a Francia en junio de 1923. Estas dos cartas prueban hasta dónde llegaron las pellejerías que el enorme poeta, incapacitado para lidiar con la vida de todos los días, hubo de sufrir hasta su muerte, en 1938. La primera está dirigida a su gran amigo español Juan Larrea, con quien fundara la revista “Favorables París Poema”. La segunda fue remitida al peruano Pablo Abril de Vivero, que lo embarcó en otro fugaz intento: el hebdomadario “La semana parisién”. Las cartas hablan por sí solas.

París, julio 26 de 1926
Te agradezco tu gentileza, enviándome el dinero que me permití pedirte prestado, a causa de mi angustiosa situación ocasionada por esos hijos de puta de Mundial que hasta ahora no me mandan lo que deben. ¿Qué te parece? Estoy reventando de indignación. Yo no habría vuelto a molestar, si como lo esperaba, hubiera recibido esos dineros de América. De todos modos te agradezco en el alma tus nuevas finezas fraternales, que me prueban siempre tu interés por mi vida… Te debo 300 pesetas. Si te vinieses antes de que paguen mi beca, yo la haría cobrar después con Pablo, y yo te pagaré aquí. En todo caso te envío mi carta para que te presentes el 1° al pagador.

La vida encarece de manera terrible. Tú vas a ver cuando vengas.

Te ruego me proporciones, si te es posible, cien pesetas más, a la mayor brevedad, pues temo que Mundial siga aún en silencio y me voy a ver otra vez sin un céntimo. Si te es posible envíamelas esas cien pesetas cuanto antes. Al recibir de Mundial te pagaré aquí. No tengas cuidado.

He vuelto a pedir congé en mi hotel, para irme alrededor del 10, fecha de tu regreso a París. Me ocupo de buscar nuestro hotel en las mejores condiciones posibles. En mi próxima te daré los resultados concretos.

Supongo que habrá mucho calor allí y que estarás culeando en dosis superlativas. ¡Ah! ¡zorrillo! En tanto, aquí, Marie Louise me pregunta siempre por ti, deseosa, sin duda, de charlestonear en el dancing y en la cama contigo.

Espero tu pronta respuesta y te envía un fuerte abrazo tu hermano

                                                                                              César

París, octubre 2 de 1926
Mi querido Pablo:
Supongo que estará usted de regreso de San Sebastián, donde deseo que haya pasado días bonitos.

Espero recibir de un momento a otro su libro y sus últimas indicaciones para su impresión…

De mis 330 pesetas cobradas en Madrid no me quedó casi nada, después de mis gastos de pasaje, de derechos de examen y de una nueva matrícula; hotel, etc. Usted ya puede comprenderlo. En estos momentos carezco de medios en absoluto. Por eso, abusando de su excesiva gentileza para conmigo, le ruego, si situación económica lo permite, me haga el favor de prestarme 200 pesetas, las mismas que las devolveré religiosamente en los primeros días de Noviembre, en que iré a Madrid a cobrar mi pensión de Sbre. y Octubre juntos. En ese viaje cobraré 660 pesetas y estaré en condiciones de devolverle su préstamo, sin mayores dificultades. Puede usted estar seguro de ello. Por si no le es posible este milésimo servicio que me atrevo a pedirle, Pablo querido, no se preocupe de él y es como si no se lo hubiera pedido. Muy bien sé el generoso y fraternal interés con que usted ha visto siempre cuanto conmigo se relaciona. Así es que no tengo derecho de mortificarlo más y más.

Mis cordialísimos saludos para Vallecito, Bentín y Fry. Para usted todo el cariño de su agradecido amigo.

                                                                                                          César


[1] HILDEBRANT EN SUS TRECE
2010      “Dos dramáticos envíos de Vallejo”. Hildebrant en sus trece. Lima, año1, número 16, pp.25.

jueves, 28 de abril de 2011

EL DÍA EN QUE RICARDO PALMA SE AVERGONZÓ DE SER PERUANO

HOMBRES SIN FE, MUJERES SIN VERGÜENZA[1]

Esta carta histórica que el escritor y tradicionista Ricardo Palma le escribe a Nicolás de Piérola en plena ocupación de Lima por el ejército de Chile, resume el drama del Perú.

            Lima, abril 5 de 1881
            (Recibida) Jauja, abril 7 de 1881
            (Contestada) Jauja, abril 8 de 1881
            Mi distinguido amigo:
            En nuestro país se ha perdido no sólo el sentimiento de deber sino hasta la vergüenza. La policía secreta de los chilenos está servida de hombres y mujeres peruanos. “Parece imposible (escribe Cornelio Saavedra) la degradación de este pueblo, frailes, oficiales, jefes, y hasta mujeres vestidas iban a denunciarme los depósitos de armas, por el mezquino interés de la gratificación pecuniaria”. De buena gana habría fusilado a tanta gente infame. Al fin, Baquedano y yo declaramos que no queríamos más rifles y cerramos nuestras puertas a los denunciantes”. Estas líneas (fragmento de una carta publicada en Chile) hacen enrojecer el rostro de todo buen peruano; porque desgraciadamente, son verdaderas las afirmaciones.

            Hombres que por gratitud, ya que no por patriotismo, estaban obligados a ser leales para usted son hoy los más ruines cortesanos de García Calderón. Hasta consejeros de estado, Benavides y Loayza, por ejemplo, son patrocinadores de la farsa. Aquí no hay carácter ni energía en los hombres, y diariamente palpo transacciones que creía imposibles. Mejor que a Génova es aplicable a Lima aquel proverbio: Hombres sin fe, mujeres sin vergüenza.

            Don Nicanor va de prefecto a Huaraz. ¿Era esto creíble? Huaraz, por el momento, se adherirá a Calderón, pues Gonzales es prestigioso en esos pueblos.

            Rufino Torrico, después de firmar la enérgica nota que usted conocerá ya, salió haciendo lo que llamamos los criollos carrera de caballo, parada de borrico. ¡Guapo señor Torrico! Todo estaba combinado para que la farsa calderoniana recibiera el golpe de gracia, cayendo en medio de la rechifla popular y sin quemarse un grano de pólvora. Pero don Rufino y don Francisco se entendieron y la argolla salvó del conflicto.

            Hasta César Canevaro se ha ligado a los farsantes y para disculparse alega que ha sido desdeñado por usted.

            Yo tengo íntima fe en que el pecador gobierno de la Magdalena desaparecerá muy pronto, sea porque los chilenos lo derrumben a puntapiés, sea porque la fuerza de los acontecimientos lo traiga a usted a Lima. Tengo también fe que esta vez tendrá la energía que no quiso desplegar antes para reducir a la impotencia a los hombres de la argolla. Por Dios, señor don Nicolás. ¡Qué no vuelva a ser letra muerta el artículo 8° del estatuto! Fue usted generoso hasta la debilidad, sembró bienes y ha cosechado horribles desengaños. Sea usted, pues, en adelante justiciero hasta el rigorismo, rompiendo los anillos de esa serpiente que se llama argolla. El cuerpo social está amenazado de gangrena: quizá una buena sangría alcance aún a salvarlo. Si llegase a ser preciso ni aun a sus amigos nos liberte usted del paravalo. Que contenga a todo el temor de la pena, y si ni aun así alcanza usted a regenerar el país, quédele horra la conciencia, pues habrá usted puesto de su parte todos los medios. ¿No lo amaron a usted los argollistas, misericordioso para con ellos?

            Pues bien, amigo mío, que lo teman al menos. No cure usted al enfermo con agua de malvas sino con un tratamiento enérgico.

            Su amigo.
            Ricardo Palma


[1] HILDEBRANT EN SUS TRECE
2010      “Hombres sin fe, mujeres sin vergüenza”. Hildebrant en sus trece. Lima, año 1, número 13, pp. 29

LIBROS COMO BOTÍN DE GUERRA

LIBROS COMO BOTÍN DE GUERRA[1]

La Biblioteca del Perú, fundada en 1822, era la mayor de Sudamérica cuando las tropas invasoras empezaron la destrucción y saqueo en febrero de 1881. De 58,000 volúmenes los chilenos dejaron 738 –el recuento es del historiador y sacerdote Rubén Vargas Ugarte-. Esta es la carta que el director de la Biblioteca, Manuel de Odriozola, le escribe, furioso y desesperado, al embajador de los Estados Unidos en Lima. Mister Christiancy no movió un dedo para impedir la barbarie. En el año 2007 Chile devolvió al Perú 3,788 de los libros robados por la soldadesca a órdenes del general Pedro Lagos.

Al excmo. Señor Christiancy, ministro de Estados Unidos en el Perú.
Lima, marzo 10 de 1881
Lima, abril 5/1881
El infrascrito, director de la Biblioteca Nacional del Perú, tiene el honor de dirigirse a v.e. pidiéndole haga llegar a conocimiento de su gobierno la noticia del crimen de lesa civilización cometido por la autoridad chilena en Lima. Apropiarse de bibliotecas, archivos, gabinetes de física o anatómicos, obras de arte, instrumentos o aparatos científicos y de todo aquello que es indispensable para el progreso intelectual, es revertir la guerra con carácter de barbarie ajeno a las luces del siglo, a las prácticas del beligerante honrado y a los principios universalmente acatados del derecho.

La Biblioteca de Lima fue fundada en 1822, pocos meses después de proclamada la independencia del Perú, y se la consideró por los hombres de letras y viajeros ilustres que la han visitado como la primera entre las bibliotecas de la América Latina. Enriquecida por la protección de los gobiernos y por obsequios de los particulares, contaba a fines de 1880 muy cerca de cincuenta y ocho mil volúmenes impresos y más de ochocientos manuscritos, verdaderas joyas bibliográficas, entre las que no escaseaban incunables o libros impresos durante el primer medio siglo posterior al descubrimiento de la imprenta y que, como v.e. sabe, son de inestimable valor; obras rarísimas hoy, esencialmente en los ramos de la historia y la literatura; las curiosísimas producciones de casi todos los cronistas de la América española; y los libros regalados por los gobiernos extranjeros, entre los que figuraba el de v.e. con no despreciable contingente. Tal era, señor ministro, la biblioteca de Lima, biblioteca de que con justicia estábamos orgullosos los hijos del Perú.

Rendida la capital el 17 de enero a las fuerzas chilenas, transcurrió más de un mes respetando el invasor los establecimientos de instrucción. Nadie podía recelar, sin inferir gratuito agravio al gobierno de Chile, gobierno que decanta civilización y cultura, que para él serían considerados como botín de guerra los útiles de la universidad, el gabinete anatómico de la escuela de Medicina, los instrumentos de las escuelas de Artes y de Minas, los códices del Archivo Nacional ni los objetos pertenecientes a otras instituciones de carácter puramente científico, literario o artístico.

El 26 de febrero se me exigió la entrega de las llaves de la biblioteca, dándose principio al más escandaloso y arbitrario despojo. Los libros son llevados en carretas, y entiendo que se les embarca con destino a Santiago. La biblioteca, para decirlo todo, ha sido entrada a saco, como si los libros representaran material de guerra.

Al dirigirme a v.e. hágalo para que ante su ilustrado gobierno, ante América y ante la humanidad entera, conste la protesta que, en nombre de la civilización, de la moral y del derecho, formulo.

Con sentimientos de alta consideración y respeto tengo el honor de ofrecerme de v.e. muy atento seguro servidor.

Manuel de Odriozola



[1] HILDEBRANT EN SUS TRECE
2010      “Libros como botín de guerra”. Hildebrant en sus trece. Lima, año 1, número 9, pp.29.

miércoles, 27 de abril de 2011

LA MALA SUERTE EN EL AMOR DE LUDWIG VAN BEETHOVEN

LA MALA SUERTE EN EL AMOR DE LUDWIG VAN BEETHOVEN[1]

Ludwig van Beethoven tuvo mucha mala suerte en el amor. La condesa Julieta Guicciardi, a la que le dedicó la sonata Claro de Luna, fue su mayor obsesión. La condesa, sin embargo, no se dio por enterada y se casó, en 1803, con el conde Gallenberg. Teresa de Brunswick sí parece haber compartido episódicamente algún interés personal por el compositor y a ella estuvieron dirigidas estas dos breves y sobreactuadas cartas. El tercer amor imposible y doliente de Beethoven fue Teresa Malfatti, quien prefirió casarse con el barón de Drondick. Beethoven, asaeteado por las necesidades materiales, picado de viruela, víctima de un malhumor que parecía desquiciarlo, no fue jamás un gran partido. Le bastó ser un genio.

A Teresa de Brunswick

Mañana del 6 de julio de 1806
¡Angel mío, mi yo!
            Sólo unas pocas palabras, que escribo con lápiz: ¡el tuyo!... Hasta mañana no tendré un alojamiento fijo ¡Qué miserable pérdida de tiempo en estos menesteres! Pero ¿por qué esta profunda tristeza cuando habla la necesidad? ¿Puede vivir nuestro amor de otra cosa sino de sacrificios y renunciamientos? ¿Puedes tú, acaso, conjurar el Destino? El no permite que tú seas aún por completo para mí, y que yo tampoco sea en absoluto para ti.

            Refúgiate en la contemplación de la Naturaleza y da paz a tu alma; que se resigne a lo que debe suceder. El amor puede exigirlo todo, porque a ello tiene derecho. Por esta razón puedo exigirte todos los sacrificios, como tú, en cambio, puedes pedírmelos a mí. Pero no olvides tan fácilmente que necesito vivir para mí y para ti. ¡Ah! ¡Si estuviéramos reunidos, no experimentaríamos estos tormentos!

            Mi viaje ha sido verdaderamente terrible; hasta ayer, a las cuatro de la mañana, no he podido llegar. Como escaseaban los caballos de refresco, el postillón tomó otro camino del que, en principio, yo debía seguir; ¡qué carreteras tan malas! En el último relevo se me aconsejó que no viajase de noche, y hasta quisieron asustarme diciéndome que era preciso atravesar un bosque, todo lo cual sirvió más que para arraigarme en mi propósito.

            Pero mi obstinación pudo serme funesta: mi silla de posta se rompió en un barranco, porque la carretera por donde íbamos era un verdadero camino de herradura. Si mi postillón no hubiera sido tan hábil, jamás habríamos salido de aquel atolladero. Esterhazy, que seguía el camino ordinario e iba en una silla tirada por ocho caballos –yo marchaba en una de cuatro-, corrió, no obstante, la misma suerte. A pesar de todo, esta aventura me proporcionaba la satisfacción que produce el vencer una dificultad. Y ahora apresurémonos a volver a nuestro amor. Tornaremos a vernos muy pronto; pero aún no me es posible comunicarte lo que he pensado acerca de nuestro porvenir. Si nuestros corazones latiesen el uno contra el otro, nada tendría que ocultarle, porque mi pecho desborda de todo lo que tengo que decirte. Verdaderamente, hay momentos en que reconozco que la palabra no puede expresar nada de lo que siente nuestro corazón. Procura disipar tu pena, y sigue siendo mi fiel y único tesoro, como yo soy el tuyo.

            Lo demás lo arreglarán los dioses. Ellos decidirán lo que debe ser de nosotros.

                                                                                                          Tu fiel,
                                                                                                               Luis

SEGUNDA CARTA
           
Noche del lunes 6 de julio.
            ¡Tú sufres, adorado ser mío! Hasta hoy no me he enterado que debo depositar mis cartas en la posta los lunes y jueves por la mañana, únicos días en que hay servicio de correo para K… ¡Tú sufres! ¡Ah! Por donde quiera que voy me acompaña tu recuerdo. ¡¡¡Qué existencia!!! ¡¡¡Vivir sin ti!!! ¡Vivir sin ti, abrumado por la bondad de los hombres en todas partes; bondad que procuro tan poco merecer, que creo merecer tan poco! Me hace daño la humildad del hombre ante el hombre. Considerándome en relación con el Universo, ¿qué soy yo y qué es el que se tiene por muy grande? Y sin embargo –he ahí lo que hay de divino en el hombre-, lloro cuando pienso que hasta el domingo por la noche no recibirás la presente carta ¡Ah! ¡Por muy ardientemente que me quieras, más, mucho más, te quiero yo! Porque nada te oculto de mis sentimientos. ¡Buenas noches! Cuando se está haciendo la cura de aguas es necesario acostarse temprano ¡Oh Dios mío! ¡Tan cerca! ¡Tan lejos! ¿No es nuestro amor un verdadero palacio celeste, sólido como el firmamento?

                                                                                                          Ludwig


[1] HILDEBRANT EN SUS TRECE
2010      “La mala suerte en el amor de Ludwig van Beethoven”. Hildebrant en sus trece. Lima, año1, número 8, pp. 31.

martes, 26 de abril de 2011

“Mariátegui no transigirá porque es inválido, porque es cojo y porque es fantaseador”.

TRES CARTAS VERGONZOSAS DE HAYA DE LA TORRE[1]

“Mariátegui no transigirá porque es inválido, porque es cojo y porque es fantaseador”.

En 1929, Víctor Raúl Haya de la Torre ve en peligro la precaria organización del Apra. Algunos apristas optan tomar el camino socialista de José Carlos Mariátegui, la célula aprista de París se autodisuelve, gente como Esteban Pavletich empieza a apartarse. En medio de esa tormenta, el líder del Apra le escribe tres cartas seguidas a Eudosio Ravines, aprista de la primera hora, comunista después y agente de la CIA al final de su triste vida. Las cartas retratan a un Haya que también podía ser lo suficientemente miserable como para burlarse de la invalidez de Mariátegui.

PRIMERA CARTA
Berlín 19 de febrero 1929
Mi querido Eudosio:
            …Yo renuncio. ¿Crees tú que podría pedirse a Palacios la aceptación de la jefatura aprista y dejar para el primer congreso nuestras divergencias actuales?

            ¿Crees tú imposible que nos unamos en todo lo que tenemos de común y abandonemos por un momento las discusiones excesivas?

            Lo espero de ti. Haya de la Torre se va. Toma el camino del cuadro, del pelotón, de la fila. NO conspirará, no hará nada sin la orden de los nuevos jefes…

            Pero que esto sirva. Ve bien. Pon los ojos de tu conciencia frente a la realidad. Que se salve el Apra. Si quieren que el Partido Peruano muera como aprista, que muera. Yo tengo que transigir. Mariátegui no transigirá nunca porque es inválido, porque es cojo y porque es fantaseador. Yo transijo. Que muera el P.N.P. pero que viva el Apra…

            Ve a los compañeros. Heysen te mostrará el mensaje que no envié a ti porque no respondías. Me equivoqué. Creí que entrabas de lleno en el anarquismo. Creí que regresabas. Me alegra ver que estás libre de él aunque te queden los contagios de la infección que sufre Mariátegui en las piernas, contagiada al cerebro y transmitida por infección postal hasta Europa. Necesitamos profilaxia…

Victor Raúl.

SEGUNDA CARTA
Berlín, marzo 22, 1929
Querido Eudosio:
            …Recibí abundante correspondencia del Perú vía México, vía Nueva York y vía Buenos Aires. La campaña contra mí es inmensa. Mariátegui la empuja. Todos los datos anuncian que hay consigna terminante de Moscú de acabar conmigo.

            Pero yo les evitaré el trance. Me separo. Tan pronto como me levante (Haya tenía en ese momento una bronquitis con posibilidades de convertirse en neumonía, nota de “Hildebrant en sus trece”) redactaré un manifiesto a los obreros, estudiantes, etc. del Perú anunciando mi retiro total, definitivo de toda lid política en el país…

            El antiimperialismo me tendrá siempre en sus filas pero desde más lejos… Desde la ciencia, no desde las guerrillas hoy inundadas de porquería…

            Sé que el fascismo militar como el de Chile se prepara para el Perú. Mariátegui, como los comunistas italianos del 21, le abre las puertas. El Mussolini con charreteras del Perú (ayudado por el imperialismo) le levantará a Mariátegui un monumento con pata… No me iré sin blandir lo que queda del cuerpo de Mariátegui en alto por el muñón. Le dejaré caer en su propia porquería y ahí será rey… ¡Vive le roi!

            En México hay otro poetita en contra mía: Pavletich. Su odio es paranoico, específico. Viene porque me opuse terminantemente a que le quitara a Serafín del Mar, Magda…

            Ustedes adelante. Limpien todo lo que puedan. Escribe al Perú y hazles ver que están jugando con fuego. Yo nada puedo. Estoy liquidado.

            Ahora a trabajar en el destierro vitalicio. Espero levantarme pronto y seguir adelante. No me iré de la vida sin dejar algo que justifique una vez más…

            Un fuerte abrazo y hasta pronto,

V.R.

TERCERA CARTA
Berlín, 30 de marzo de 1929
Querido Eudosio:      
            …Créeme que disculpo y hasta justifico tu posición al lado de Mariátegui. Los dos están lejos de la realidad peruana y americana. El uno en una silla de ruedas y tú en otra, en Europa, que es una silla de ruedas de las más peligrosas porque lo arroja a uno por los planos inclinados de la falsa visión de nuestros medios…

            La posición de Mariátegui es lógica. Limeñísima. Eso no es sino limeñismo revolucionario, colonialismo, extranjerismo y engreimientos del inválido. Ha hecho mucho daño y hará más. Yo no he pensado nunca en entrar con él en polémica alguna. Amauta y Labor justifican la libertad de prensa que da el Padrecito Leguía. Son unos héroes. Sufren como mártires. Dios los bendiga y se los lleve al cielo…

            Tu hermano V.R.


[1] HILDEBRANT EN SUS TRECE
2010      “Tres cartas vergonzosas de Haya de la Torre”. Lima, año 1, número 6, pp. 31.

CUANDO SÁNCHEZ Y HAYA SE INSULTABAN

LA BATALLA ENTRE HAYA Y SÁNCHEZ[1]

Insultos intercambiados, en 1943, entre Victor Raúl Haya de la Torre y Luis Alberto Sánchez.

“Cartas marcadas” es una sección que no sólo dará cuenta de los envíos dictados por el amor sino también, eventualmente, de aquel intercambio epistolar que pinta a personajes históricos en toda su compleja dimensión. Las siguientes dos cartas expresan uno de los momentos más dramáticos de la vida interna del Apra y, en particular, de las relaciones siempre difíciles entre el líder Haya de la Torre y el más brillante de los intelectuales orgánicos del aprismo: Luis Alberto Sánchez. Se trata de dos ferocidades que reflejan lo que fue el año de 1943 para el Perú y el mundo: un año de tensiones, definiciones y recíprocas injurias. Sánchez venía de una estancia en los Estados Unidos, tras un largo exilio en Chile. Haya estaba en Lima y acusaba a Sánchez de no entender lo que pasaba en el Perú. Sánchez le respondería con uno de los ejemplos más memorables de aquella irónica acidez que siempre lo caracterizó. Las cartas estuvieron inéditas hasta 1982, cuando la editorial peruana “Mosca azul” las integró a una compilación de comunicaciones entre Haya y Sánchez (Correspondencia 1924 – 1951, Mosca Azul Editores, 1982).

CARTA DE HAYA DE LA TORRE
Marzo 29, 1943
Querido Luis Alberto Sánchez
… Me explico ahora el tono provocativo de tus últimas cartas, tu inocultable acrimonia y tu arrogante desdén hacia nosotros y nuestro esfuerzo… A esto se une ahora – y qué desagradable es tener que aludir a esto tratándose de un asunto familiar en los que odio mezclarme- , la campaña abierta y domiciliaria de tu Señora esposa contra el Partido, contra mí personalmente y contra todo lo que a nuestro movimiento se refiere…

Tu desvinculación del país de tantos años no sólo te ha llevado a tener de nuestro movimiento una visión deformada y casi toda construida por tu poderosa imaginación, sino que te ha llevado a equivocarte acerca de los hombres del campo enemigo nuestro… Me atrevo a decirte que pienses bien que aquella gente en la que tú pones confianza no tiene hacia ti la actitud que tú les manifiestas. Y tratarán de escarnecerte y tratarán de “agarrarte” – usaré la misma expresión del inmundo Pedro Ugarteche, vocero palaciego y vomitador oficial de todas las infamias, repugnantes pero autorizadas - , porque ellos no nos perdonarán nunca…

Yo podría recordar que “El Moquercio” ha dicho muchas cosas más de nosotros. Y lo que diga el enemigo contra el Aprismo es un homenaje de “la sotisse”. El Partido ha cumplido con su palabra de no traicionar a su línea, de mantenerse firme y moral en un país podrido por el Civilismo leguiísta, de ser leal a su causa y leal a su pueblo. Y eso es lo que importa. Que el enemigo nos calumnie y ofenda, es honor para nosotros. “¡Qué habré hecho de estúpido cuando la burguesía me elogia!”, decía Bebel. Y yo digo cuánto no haremos de bueno cuando el Civilismo nos odia y nos ataca. Que ellos nos llamen hombres sin palabra es un elogio. Nunca la tuvieron ellos. Son como las lamentaciones de Hitler porque “traidoramente” se bombardea Berlín…

Nunca he creído en mi infalibilidad y estoy seguro de que tú no aceptas ninguna porque tienes bastante con la tuya, cada vez más acusada y enorme… Y antes de que el error sea irremediable, medita. No te arrastre la vanidad, la pasión, el rencor o la debilidad ante influencias acaso malvadas. Estamos al borde de una época de definiciones tajantes…

Esta es la época o etapa final de una marcha hacia la izquierda que inició el mundo hace veinte años. Hasta “El Comercio” lo descubrió, único acierto. Izquierdismo es, genéricamente, liquidación del capitalismo en su forma primaria y esencial de expresión social y política… Además en el país cunde el asco ante tanta ignominia y de ese asco saldrá algo. Son náuseas de embarazo…

Con toda franqueza, debo decirte que si yo hubiera leído en tus juicios, alguna vez, uno certero que enfocara la situación política peruana, medularmente, lo habría reconocido con el mismo respeto con que saben mis compañeros que sus ideas tienen campo y acogida en mi entusiasmo. Pero el mismo defecto que tus críticos (y este es un juicio cada vez más extendido) señalan en tu obra literaria –(y perdona), apresuramiento, superficialidad, etc.- me parece tu fundamental defecto en el orden político…

Sé que entre tu sensibilidad y la mía hay un abismo. A nosotros sólo nos ha unido la fe en el Aprismo… Por eso, si pierdes la fe y rompes los lazos, ¿qué queda? Lo he sentido así en tu actitud con Manolo. Lo siento ahora contigo…

Y otra vez, perdona que ofenda tu orgullo con tantas expresiones sinceras de refutación a tus equivocados conceptos sobre la situación del Perú. Pero, lejos de toda cólera, me parece mejor usar la franqueza y el lenguaje neto antes que tus sarcasmos y estiletazos. No me gustan los golpes bajos (y perdona)… Cordialmente…


RESPUESTA DE LUIS ALBERTO SÁNCHEZ
Mayo 6 de 1943
Querido V.R.H
            …Algunas veces te he oído y leído que los chismes son cosas de proxenetas. Hay tantos chismes, y además inexactitudes y hasta calumnias en tu carta del 29 de marzo, que forzosamente tengo que suponer que te hallas materialmente asediado de proxenetas, y lo peor, les das crédito…

            Me hago cargo del estado de ánimo en que escribes. Pese a la formidable potencia del partido, que ha sido capaz de resistir el combinado embate de sus enemigos naturales y de sus propios afiliados y dirigentes, debes sentirte muy amargo al no poder uncir a la victoria tu carro. Todos hemos experimentado esa amargura, si bien sin la intensidad que tú. Días de sabor a ceniza y hiel en la boca, que convidaban a vomitar injurias, con acritud de profeta fallido, como los profetas del Antiguo Testamento. Eso es natural…

            Y es importante, aquí, decirte que el aprismo no es un hombre; y, por tanto, se puede dejar de creer en ciertos aspectos de un hombre o de un grupo de hombres, sin perder la fe en los principios rectores del aprismo. No olvidemos que entramos a formar un movimiento anticaudillesco, del cual fuiste y sigues siendo el más destacado caudillo, es decir anticuadillo…

            Veo que aludes a mi leguiísmo. Estás atrasado de reloj. En 1931, cuando hablaron de eso, estaban tan a mal traer los leguiístas y había tanta gente que protestaba no serlo, que jamás habría seguido yo ese procedimiento cobarde y de pésimo gusto. Nunca he abandonado barcos al garete ni que hacen agua. Ni abofeteado cadáveres. Pero, para tu información exclusiva: fui tres veces detenido bajo Leguía; éste, de su puño y letra, puso al lado de mi nombre el vocablo “mi enemigo” en marzo de 1930, cuando un amigo, sin mi consentimiento, quiso nombrarme para un cargo; no recibí un céntimo de ese gobierno, fuera de mi exiguo sueldo en la Biblioteca, y logré frustrar, como consta en La Crónica de mayo a julio de 1930, el homenaje que la Asociación de la Prensa, de que era presidente yo, le iba a hacer a Leguía…

            Además de que, en el peor de los casos, ser leguiísta es menos delictivo que estar al lado de quienes no vacilaron en 20 meses de poder en asesinar a algunos centenares de compañeros nuestros… Y la segunda y final rectificación: la señora, a que con tan poca caballerosidad te refieres, nunca fue a Ministerios, en plural, sino que un Ministro, amigo de casa hace 40 años, fue a casa de mi padre para darle unas explicaciones personales para mí, continuación de una charla que tú conociste por mí. Y esa señora, cuando Pancorvo le hizo una pregunta inspirada por alguno de tus proxenetas o informadoras, le contestó: “es falso: al contario, están más justos que nunca”…

            Insisto en que debemos recapturar la opinión continental, pero para eso necesitamos una línea más segura y precisa. De todos los sectores llueven críticas sobre la versatilidad y hasta “la claudicación” aprista… Y la verdad es que algunas actitudes lo justifican: el belicismo cuando lo del Ecuador, el exceso del ejército continental, la tesis de las buenas y malas intervenciones, etc…

            El tópico juvenil: insisto… Exaltarlos sólo para ser fuerza de choque, y prepararlos dentro de un militarismo formal y que quedará en bancarrota dentro de dos o tres años, no es contribuir a salvarla (a la juventud, Nota de este semanario). Al contrario: es ser enemigo de ella. No basta mantenerse libre del reuma para ser joven…

            Te repito, mi compromiso es con el partido, y a través de él con los millares de cholos que nos han otorgado su confianza y a quienes no podemos defraudar. Los hombres, bueno, si quieren entender, que entiendan. Si saben ser cordiales y no esparcir a los vientos cosas mínimas, y envenenar su propia atmósfera, tanto mejor. Consuelan la desdicha de haber nacido en una ciudad de tan poderosa sugestión que coge a los extranjeros en su corrupción y los enerva y deshace, desde Bolívar hasta la peste bubónica, sin perdonar a nadie. Cordialmente,

            Sumpo



[1] HILDEBRANT EN SUS TRECE
2010      “La batalla entre Haya y Sánchez”. Hildebrant en sus Trece. Lima, año 1, número 5, pp. 30-31.