martes, 3 de mayo de 2011

“MI QUERIDA CHINITA”

“MI QUERIDA CHINITA”[1]

En octubre de 1945 un grupo conservador de las fuerzas armadas argentinas empujó al gobierno del general Edelmiro Julián Farrel a destituir al “superministro” Juan Domingo Perón y a recluirlo en la isla Martín García. Desde esa isla es que Perón le escribe esta sencilla y conmovedora carta a Eva Duarte, la que poco después sería su esposa y lideresa indiscutida del peronismo más popular. La verdad es que la cárcel insular sólo duró tres días para el coronel Perón. El 17 de mayo de 1945 una gigantesca multitud se juntó en la Plaza de Mayo y obtuvo, a gritos, el retorno de su líder, que ganaría ampliamente las elecciones del año siguiente.

            14 de octubre de 1945
            Mi adorable tesoro: Sólo cuando estamos apartados de quienes amamos sabemos cuánto les amamos. Desde que te dejé ahí, con el mayor dolor que se pueda imaginar, no he podido sosegar mi desdichado corazón. Ahora sé cuánto te amo y que no puedo vivir sin ti. Esta inmensa soledad está llena de tu presencia. Escribí hoy a Farrel (el presidente) pidiéndole acelerara mi excedencia y, tan pronto salga de aquí nos casaremos y nos iremos a vivir en paz a cualquier sitio… Desde casa me trajeron aquí, a Martín García, y no sé por qué estoy aquí ni me dicen nada. ¿Qué te parecen Farrel y Aválos? ¡Qué par de bastardos, hacer esto con su amigo! Así es la vida. Lo primero que hice al llegar fue escribirte. No pierdas los nervios ni descuides tu salud en mi ausencia hasta que vuelva. Estaría más tranquilo si supiera que no corres peligro y estás bien. Dile por favor a Mercante que hable con Farrel para saber si autorizan que nos vayamos a Chubut. Creo también, que tendrías que poner en marcha algún tipo de papelero legal… Ten mucha calma. Mazza te informará de cómo va todo. Haré lo posible por regresar a Buenos Aires… Si se acepta mi excedencia nos casaremos al día siguiente y si no, ya lo arreglaré todo de una manera u otra, pero sea lo que sea, pondremos fin a tu vulnerable situación. Amor mío, tengo en mi cuarto aquellas pequeñas fotos tuyas y las contemplo todos días con los ojos húmedos. Que no te pase nada o de lo contrario mi vida habrá acabado. Cuídate mucho y no te preocupes por mí, pero quiéreme mucho porque necesito tu amor más que nunca… Escribiré un libro sobre todo esto y ya veré entonces quién tenía razón. Lo malo de este tiempo, y especialmente de este país, es la existencia de tantos idiotas y, como sabes, un idiota es peor que un canalla. Bueno mi vida, me gustaría seguir escribiendo todo el día pero Mazza te contará más de lo que yo te pueda decir. La lancha llegará dentro de media hora. Mis últimas palabras en esta carta serán para pedirte calma. Muchos, muchísimos besos a mi queridísima chinita. Perón.




[1] HILDEBRANT EN SUS TRECE
2010      “Cartas Marcadas”. Hildebrant en sus trece. Lima, año 1, número 18, pp. 6

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